miércoles, 2 de abril de 2014

O Sole Mio


La artesana de soles Milagros Borrero compartió con Ubuntu
Artesanos datos sobre los bordados, que les será de mucho
 interesés a todas las fanáticas de este estilo.


Las labores de aguja han tenido un alcance imprecedente y única en la historia de la mujer. En la antiguedad fue una actividad mayormente masculina pero fue la mujer la que le dió el toque elegante y fino a las labores de aguja. ¡Son arte y son divertidas! 

El encaje de soles se originó en España, luego pasó a la Isla de Tenerife y de allí los marineros la pasaron a América. En América esta labor de aguja tiene diferentes nombres de acuerdo al lugar donde se desarrolla. En Venezuela se conoce como soles de Maracaibo, en Paragüay como Nanduti, en Puerto Rico se conoce como encaje de soles, soles de teneriffe o soles. Puerto Rico tiene su sol y su nombre es sol de Naranjito. Tiene una confección diferente a los otros soles que se tejen en otros países. Según lo que sé, fueron las hermanas Guillermina y Francisca Hernández de Naranjito quienes dieron a conocer este hermoso sol. 

El calado se desarrolla en el siglo XII. Unas monjas en un convento de Alemanía perfeccionaron el calado. Esta labor de aguja se practicaba en la mantelería que se usaba en las iglesias. Los nobles y la alta jerarquía eclesiástica eran los privilegiados en usar ropas ricamente bordadas y caladas. Luego, con la colonización de América llegaron el bordado, el calado y el encajes de soles.

Otra labor de aguja conocida en Puerto Rico es el fagotting que consiste en unir dos orillas con puntadas decorativas. Sus raíces provienen del encaje de battenburg. El faggoting tiene su mayor apogeo en el siglo XX y es en el pueblo de Cabo Rojo donde estaban ubicados la mayoría de los talleres de esta hermosa labor de aguja. 

Los famosos talleres de aguja que comenzaron en la década del 20 lograron que la mujer pobre se integrara en la industria aunque era un trabajo mal remunerado. A esta industria se llamó la Industria de la Aguja. Las piezas realizadas se pagaban a diez centavos por docena. Mi madre me contaba que calaba y bordaba con la luz de un quinqué. Con lo que ganaba ayudaba a mi papá con los gastos en la temporada que llamaban 'invernazo'. 

En la actualidad, todavía existen personas dedicadas a esta artesanía y que exponen el bordado durante las ferias.

Texto y foto: Milagros Borrero, artesana de bordados.
Fuente de información son diversas.

únete a nuestra página en facebook: 

http://www.facebook.com/ubuntuartesanos